Papá Noel estaba enfadado, no encontraba sus gafas por ningún sitio y había tenido un día horroroso.
Uno de esos días en los que todo sale mal y estaba muy gruñón.
-Nicolás! Pero qué te pasa ahora? -le preguntó mamá Noel sonriendo para sus adentros.
-Pues no ves que no encuentro mis gafas? Me las habréis cambiado de sitio los elfos o tú y ahora no las puedo encontrar! -Bufó.
Mamá Noel tenía mucha paciencia, había aprendido muy bien a tranquilizar a Papá Noel cuando tenía un día espantoso, sucedía muy pocas veces al año, pero este era uno de esos días.
-Mejor vamos a la cocina y nos tomamos un chocolate caliente con esas rosquillas tan ricas que nos trajo Marie y seguro que recordamos dónde están tus gafas.
A regañadientes, Nicolás aceptó, era incapaz de negarse a una buena taza de chocolate, Mamá Noel lo sabía bien.
(…)