Érase una vez una orgullosa mamá caba, que junto a su marido había criado a sie-te hermosos cabritillos. Cada uno con su color y peculiaridad propios, pero igual de suaves y bonitos.
Un día, mientras papá cabra trabajaba, mama cabra tuvo que salir a la ciudad a hacer recados, dejando a sus siete hijitos solos en casa.
- Escuchad hijos míos, debo ir al pueblo a buscar comida para vosotros. Sed buenos y, sobre todo, no abráis la puerta a nadie que no sea yo.
- ¡Sí mamá! – gritaron los siete al unísono (…)