La leyenda de Aladin comienza en el Lejano Oriente, hace muchos años. En la plaza de una ciudad, un muchacho muy listo y hábilidoso se pasaba todo el día buscando comida para él y para su madre. Una tarde, se le acercó un señor de aspecto elegante:
“Aladin. Aunque no me reconozcas, yo soy tu tío.
Todos estos años me encontraba navegando por los mares y he llegado a acumular una gran riqueza, ahora quiero ayudarte a ti y a tu madre. Ven conmigo”. (…)